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sábado, 27 de septiembre de 2008

Bar.

Caminaba, intentando conservar la postura de homo sapiens y la dirección recta, camino a la esquina de aquel salón donde se encontraba el bar. En la mano llevaba una copa con dos hielos a medio derretir.Se apoya en la barra, manteniendo siempre el designio dicho en un principio. "Dame otro Amaretto, por favor" dicen que dijo, a lo que el barman habria contestado; "¿Sabi qué? Te hay tomado toda la botella solo, nadie más lo ha pedido en toda la noche y ya le queda sólo para uno más".

Ahora que me cuentan esto, entiendo porque se le vio bailando así, seguramente ebrio aunque de eso no estoy muy seguro. Quizas sólo bailaba mal o vaya a saber uno.
Seguiría el resto de la noche abrazado a esa cintura que tanto le gusta y mientras la botella yace en la alegre muerte de una botella vacía, ellos seguían queriendose tanto y de eso si estoy seguro.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Ella

A ella como a mi, le gusta el café con tres cucharadas de azúcar y tres cuartos de agua caliente y el resto fría. Se nota que piensa, no es fácil de embaucar, lo que me gusta mucho.
Tiene las caderas anchas y una cintura que sirve para abrazarla cuando me asaltan esas ganas exquisitas de hacerlo. Tiene también esa costumbre de sacarse el pelo que le cae sobre los ojos, ese pelo que le da una silueta salvaje y que termina en su espalda en un mechón algo rubio que piensa en cortarse, yo le digo que no, que tiene su atractivo ese mechón. Me gusta cuando me hace cariño porque me hace sentir único, de hecho en ese momento lo soy, soy el único que en ese día, que en ese segundo de esa hora tengo sobre mi sus dedos dibujando caminos sobre mi espalda o mis manos.
Supe que se quedaría a mi lado, cuando una noche acepto quedarse conmigo a tomar un trago y ver las luces de la ciudad, en esas pasarelas que atraviesan las avenidas.
Y mientras pienso en esto, ella llega me da un beso en la frente y se recuesta a mi lado.