Ella solo quería un perro que le ladre, sin enredarse en paseitos por el parque ni asaltos a su cuello, propio de perro de caza apenas le enfoca la oscuridad.
No discriminaba ni a quiltros ni callejeros.
¡Ay! como le enamoraba que ladraran por ella, pero a mi se me paraban las orejas solas de puras ganas de morderla.
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