Y yo no quería levantar la mirada
temía ver cayendo, golondrinas muertas
que yo creí habían hecho en mí, verano.
A los árboles, los golpeaba la brisa
y yo no quize pedirle un último beso
porque las derrotas irrevocables
me vuelven amarga la boca.
Un niño jugaba riendo
y no quize abrazarla
temí no poder soltarla más.
El humo se me metía en los ojos
y no quize decir más
los trabajos sucios, precisa precición
y yo quería que su trabajo fuera limpio.
Una mujer y su padre corren juntos
y yo quería terminar pronto
este tramite negro de tarde naranja.
Esta mala puesta en escena que anuncia
un final peor.
Me hizo cariño en el pelo
y no pude mirarla a los ojos
temí que como la mirada
de un muerto, que acaba de morir
su mirada se me quedara grabada.
Le dije cuidate y adiós
y empezaba a pensar
que la esperanza
es más desgracia
que bendición.
Temí tantas cosas
pero sobre todo le temía
a estas tardes naranjas
a las que les sigue
una noche negra
en las que no puedes
evitar, dormite
rascandote las no pocas pulgas
Que se te colaron en el corazón.
lunes, 15 de diciembre de 2008
Era una tarde naranja.
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